Papa Francisco: «Cristo siempre mayor»

(RV).- (con audio) En su homilía, en la fiesta litúrgica de San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús, el Papa Francisco, en la Santa Misa que celebró con sus hermanos jesuitas, propuso una reflexión basada sobre tres conceptos: «poner en el centro a Cristo y a la Iglesia; dejarse conquistar por Él para servir y sentir la vergüenza de nuestros límites y pecados para ser humildes ante él y ante los hermanos».

Hoy nos detenemos en el primer punto, con la introducción de su homilía y la voz del Santo Padre, en la iglesia romana del Gesú, donde se conservan las reliquias del santo fundador de los jesuitas:

«En esta Eucaristía en que celebramos a nuestro Padre Ignacio de Loyola, a la luz de las Lecturas que hemos escuchado, quisiera proponer tres pensamientos sencillos, guiados por tres expresiones: poner en el centro a Cristo y a la Iglesia; dejarse conquistar por Él para servir; sentir vergüenza de nuestros límites y pecados, para ser humildes ante Él y ante los hermanos.



1. El escudo de nosotros los Jesuitas es un monograma, el acrónimo de "Iesus Hominum Salvator" (IHS). Cada uno de ustedes me puede decir: ¡lo sabemos muy bien! Pero este escudo nos recuerda continuamente una realidad que no debemos olvidar nunca: la centralidad de Cristo para cada uno de nosotros y para toda la Compañía, que San Ignacio quiso llamar precisamente "de Jesús", para indicar su punto de referencia. Además, incluso en el comienzo de los Ejercicios Espirituales, nos pone delante de nuestro Señor Jesucristo, de nuestro Creador y Salvador (cf. EE, 6). Y esto nos lleva a nosotros los jesuitas y a toda la Compañía a estar "descentrados", a tener ante nosotros al "Cristo siempre mayor", al "Deus semper maior", al "intimior intimo meo", que nos saca de nosotros mismos continuamente, nos lleva a una cierta kenosis, a "salir del propio amor, voluntad e interés" (EE, 189). No es una pregunta descontada para nosotros, para todos nosotros: ¿Cristo es el centro de mi vida? ¿Pongo realmente a Cristo en el centro de mi vida? Porque siempre existe la tentación de pensar que somos nosotros el centro. Y cuando un jesuita se pone en el centro y no a Cristo, se equivoca. En la primera Lectura, Moisés repite con insistencia al pueblo que ame al Señor, que ande en sus caminos, "porque Él es tu vida" (cf. Dt 30, 16, 20). ¡Cristo es nuestra vida! A la centralidad de Cristo le corresponde también la centralidad de la Iglesia: son dos fuegos que no se pueden separar: yo no puedo seguir a Cristo sino en la Iglesia y con la Iglesia. Y también en este caso, nosotros los jesuitas y toda la Compañía no somos el centro, estamos, por así decirlo, "desplazados", estamos al servicio de Cristo y de la Iglesia, la Esposa de Cristo, nuestro Señor, que es nuestra Santa Madre Iglesia Jerárquica (cf. EE, 353). Ser hombres arraigados y cimentados en la Iglesia: así nos quiere Jesús. No puede haber caminos paralelos o aislados. Sí, caminos de búsqueda, sí, caminos creativos, sí, esto es importante: ir a las periferias, las tantas periferias. Para ello se requiere creatividad, pero siempre en la comunidad, en la Iglesia, con esta pertenencia que nos da coraje para seguir adelante. Servir a Cristo es amar a esta Iglesia concreta, y servirla con generosidad y espíritu de obediencia».

(CdM - RV)

August 01, 2013 at 08:04AM
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